Empresas
conocidas como agentes de datos (“Data Brokers” en inglés) adquieren la
información de diversas fuentes que pueden ser otras compañías, el gobierno,
etc. En los casos más extremos (e ilícitos) la información es comercializada
por grupos de hackers en la “Deep web”. Algunas compañías ofrecen a otras la
posibilidad de pagar a cambio de la búsqueda de información de personas en
particular. De acuerdo a Peirano, (2015) desde el punto de vista
de los automatismos de los diferentes servidores y antenas de compañías de
teléfono, los usuarios somos meros “perfiles” en el sentido de que somos
analizados para identificar pautas de conducta y en base a eso comercializar
información para potenciar diferentes negocios.
Hay otros estudios que afirman esta declaración, según Ariza (2015)
en el año 2014, la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos (CFC) publicó
un significativo informe en el que se analizaban estas industrias
multimillonarias. Se estudiaron nueve compañías en las que básicamente se
dedicaban a procesar todo lo que podían desde transacciones bancarias, compras
realizadas e incluso obtenían los perfiles de los usuarios a partir de sus
historiales de navegación “para predecir qué compraremos en el futuro basándose
en [nuestros] hábitos pasados.” Estos datos en manos de empresas como compañías
de seguros de vida podrían dar lugar a políticas discriminatorias de precios en
cuanto a las primas, por ejemplo, si identifican clientes cuya huella digital
(el rastro que deja cada usuario en internet) confirma una cierta afinidad por
los deportes de riesgo. Un caso que se examinó en profundidad es el de los
servidores de Acxiom los cuales engloban unos 700 millones de consumidores
procedentes de todo el mundo. También para que veamos la dimensión de este
fenómeno se dijo que “cada cliente […] estaría asociado a unos fragmentos de
información”. (Ariza, 2015). Por otro
lado, se mencionó otra empresa como ID Analytics que cubre 1.400 millones de
transacciones comerciales. Normalmente, estas la venden o la intercambian para
lucrarse a nuestra costa. Ricard Martínez manifiesta que “todo ese universo necesita datos, perfiles,
preferencias, patrones de conducta” [y] recalca, la necesidad de “defender la
privacidad [puesto que lo que está en juego] es nuestra libertad.” (Citado en
Ariza 2015).
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