En
lo referente a la privacidad somos muchas veces nosotros mismos los que
renunciamos a ella de forma consciente, por lo que a mi parecer hay dos tipos
de exposición la intencionada y la no intencionada.
Muchas
veces, esta exposición será intencionada cómo cuando publicamos fotos, estados,
ubicación, vídeos, etc., en nuestras redes sociales. Este tipo de exposición puede
resultar a simple vista inofensivas, sin embargo, no siempre es así, ya que nuestra
información y datos personales pululan libremente por la red. Como resultado
nos pueden empezar a llegar correos no deseados, suplantar nuestra identidad, usar
nuestras fotos en una página de contactos para adultos o incluso ser víctimas
de intentos de estafa personalizados en base a lo que hemos publicado en la red.
Nuestros
móviles solo por tenerlos encendidos, ya interactúan con las antenas para
descubrir si tienen mensajes, llamadas o no. Las compañías de teléfonos son
capaces de este modo de saber nuestra ubicación (más o menos aproximada) en
todo momento según con que antenas ha interactuado nuestro terminal y en qué
momento. Esto es tanto así que su colaboración con la policía ha sido
fundamental para resolver algunos crímenes modernos, sin desmerecer la controversia
de que empresas privadas tengan acceso a la posición de cada persona en cada
momento.
Adicionalmente,
con Google Maps y diferentes aplicaciones similares, si no nos damos cuenta
podemos estar compartiendo nuestra ubicación (geolocalización) al publicar
contenido en la red, información que es compartida de manera más o menos
pública y que puede ser usada con diferentes propósitos por el resto de los
usuarios. En esta línea, fuentes policiales aseguraron al periódico ABC que: “Los
ladrones, visitando los perfiles de las redes sociales de los usuarios,
obtienen nuevas pistas para saber si una vivienda está vacía o no.» (Martinez,
2016). Y es que si los ladrones pueden identificar cuál es tu dirección, por
ejemplo a partir de tu curriculum en Linkedin, y descubren que acabas de
publicar una foto en el Caribe bien saben que no vas a ser capaz de impedir el
robo.
También
a la hora de buscar trabajo, el personal de recursos humanos es capaz de
rastrear nuestras huellas digitales en redes sociales y buscadores, y así
encontrar una excusa más con la que decidir que no somos el candidato más
adecuado al puesto, por este motivo hay que cuidar mucho como impacta a nuestra
“reputación online” cada información que compartimos. En el sentido opuesto,
tener una muy buena “reputación online” entre determinados grupos sociales
puede convertirnos en lo que se conoce como un “Influencer”. Los “Influencer” son
aquellos usuarios de internet cuyas opiniones influyen en los patrones de
consumo de determinados grupos.
Por
otro lado, y más relacionado al campo de la educación (en valores), los
adolescentes tienden a mostrar conductas poco cautas en la red, porque ya no
solo publican fotos en sus redes, sino que también hacen fotos en sitios o en
circunstancias que comprometen sus vidas e incluso manipulan la información
para exagerar lo bien que se lo han pasado (postureo).
Otros muchos siguen modas absurdas en las que participan en retos virales (algunos
muy peligrosos) con tal de ser aceptados por sus iguales. Sibilia (2010) afirma
este punto de vista ya que declara que “el individuo alter-dirigido representa
un cambio hacia los otros: subjetividad
alter dirigida. Ser mostrándose. […] Se depende de la mirada de los demás
para ser.” (Citado en Sabater, 2014, p.7).
En otras ocasiones, se publican fotos desagradables
de terceros y se crean perfiles falsos para humillar a compañeros. Este
lamentable fenómeno se conoce como cyberbullying y, es una dimensión más al
bullying que puede darse en las aulas y las calles, en la que se consigue
penetrar en el hogar de la víctima. Debido al terrible impacto que este tipo de
persecución puede tener en la víctima, este tipo de conductas digitales no sólo
son moralmente condenables, sino que pueden ser constitutivas de delito.
Asimismo,
compartir información de carácter comprometedor con desconocidos y no tan
desconocidos puede desencadenar a situaciones de extorsión en el que la persona
es extorsionada a cambio de no revelar y/o compartir esta información en el
entorno de la víctima. Uno de los tipos más preocupantes y conocidos por la
alarma social que genera es el “grooming”, en el que se produce una extorsión
por parte de un adulto a un menor con naturaleza sexual.
Muy
mediáticos son también los casos en los que se filtra, con objeto de castigar a
la víctima, lo que se conoce como “porno de la venganza” (imágenes o videos de
naturaleza explícita grabados en la intimidad de la pareja), cuando una
relación no finaliza en buenos términos y cuya difusión constituye,
evidentemente, un delito penal. Con la difusión de este tipo de contenido sin
el consentimiento explícito de todas las partes implicadas, cualquiera fuese el
propósito de la misma, se puede incurrir en un delito y esto es algo que ningún
internauta (ni ciertos jugadores del Eibar) deberían olvidar.
A
diferencia de la exposición intencionada, la no intencionada sucede cuando otros
sacan provecho de nuestros datos personales (comercial), bien revendiéndola o directamente
usando esta información. Son huellas digitales que quedan en internet cuando
introducimos datos y de lo que el usuario no suele ser consciente. El principal
problema es precisamente esto, que muchos de los usuarios no son conscientes de
que se está “extrayendo y usando esa información.” (Ariza, 2015).
Es
importante señalar también que ni aun siguiendo todas las posibles precauciones
podemos estar completamente a salvo de que nuestra intimidad quede expuesta,
por el mero hecho de estar almacenada en dispositivos digitales conectados a la
red y cuya seguridad puede ser violada. Un caso muy notable fue en 2014, en el
Celebgate en el que tras un hackeo se filtraron masivamente fotografías intimas
de actrices famosas. No ahondaremos mucho más en esto último puesto que el tema
está más próximo al campo de la seguridad informática que al de la privacidad
en internet. Es más, si bien la exposición intencionada muy interesante, al
estar intrincadamente ligada con la sociología, no la desarrollaremos y nos
centraremos en la exposición no intencionada.
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