Afortunadamente
tenemos dos tipos de derechos que intentan proteger nuestra intimidad y
privacidad.
Por
un lado, tenemos el derecho de olvido que es pedirle a los navegadores que
dejen de indexar determinada información que aparece al buscar unas palabras en
concreto y, por otro lado, el derecho de cancelación en el que se pide a la red
que se borren nuestros datos por completo. Jesús Acevedo define el derecho de
cancelación como:
“la
supresión y borrado de los datos. Normalmente borras la aplicación de una red
social pero tus datos se quedan en esa red social. Les pides que los eliminen,
ejerciendo tu derecho de cancelación. Como haces con los datos que has dejado
en tu gimnasio o en la Fnac, o si te han catalogado como moroso, pero tú has
pagado la supuesta deuda.” (Valenzuela, 2017)
Por
otro lado, algunos autores como Terwangne (2011) afirma que como personas
tenemos derecho a ser olvidados más si dejamos de usar un determinado servicio.
Tristemente, la cruda realidad es que muchas empresas no borran nuestros datos
e incluso tienden a vender nuestros datos a otras compañías, como ya habíamos
mencionado anteriormente.
Así Ricard Martínez (2013) explica que:
“Existe un ámbito de incertidumbre que hay que recorrer con
prudencia. Google es un responsable de un tratamiento muy particular. No decide
qué hacer con los datos ni puede eliminarlos en origen, solo puede desindexar.
Google sí es responsable de los datos de sus usuarios directos y de lo que
almacene si falla el robot.txt, o si desaparecida una información en origen, la
sigue manteniendo.”
Enrique
Dans (2014) critica esta gestión de la privacidad, ya que declara que el
“derecho de olvido” existente actualmente le parece absurdo pues obligamos a
los buscadores a que no enseñen los enlaces con la información. De manera que,
nuestra información sí estaría en la red, pero no sería fácilmente accesible.
El usa la metáfora del mensajero para denunciar que silenciamos a los
buscadores cuyo trabajo es el de encontrar información en vez de atajar los
problemas desde la raíz, ya que nuestra información digital debería de poderse eliminar
completamente si así lo deseamos.
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